Cada día menos, cada día más. Todo siempre está igual para mí. Sigo en la misma condición, con la misma nominación y en la misma posición. Nunca me moví. Me inmoviliza físicamente. Me desorganiza emocionalmente. Por fuera hermosa, peinada y maquillada. Por dentro destruida, aniquilada. Mi existencia es sólo externa. Mi mundo interno se derrumbó. Yo me muero de ganas de que vos te mueras de ganas. Vos no te ganas. Yo me muero. Ya no siento, es tan grande mi dolor y tan intenso. Es tan aguda la tristeza que me acompaña por saberme poco, por sentirme poco, porque dejo que me hagan sentir poco... Soy poco para los demás y termino siendo poco para mí misma. Todo en mí va en cantidades, dos relaciones, dos carreras, dos faltas. Me sobran tantas cosas... Me falta sólo ese amor, que se convierte en dos por su tremendo tamaño. Ese amor... No quiero otro. Pero ese amor no existe, no está y no estará jamás. No despierto más que calentura en los hombres. Nadie se juega por mí. Tal vez porque no valgo la pena. Toda mi angustia, que siempre me la guardo, es gigante. Nadie quiere oirla, nadie quiere compartirla, quizá nadie quiera nunca nada... El nunca que me acompaña siempre y la nada que está sin ser. No llego a ser nada nunca, soy nada siempre. Estoy para la soledad porque ya no tengo alma. No puedo buscar una gemela porque no sé cómo es la mía, está rota, no está o no sirve. Y siempre me siento igual. Pero esta vez, yo no inventé nada, tengo de qué enamorarme. Lo que no tengo es quien se enamore de mí. Todo esto que hace diez años me era tan fácil, hoy ni siquiera es difícil, porque no es... A mis ojos les cuesta mirar, ven aquello que no existe y eso no es ver, es inventar. Mi vida está inventada y de la peor manera para mí. Reinventarla tal vez sea una solución, terminarla puede ser otra...
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