sábado, 22 de agosto de 2009

Una vez más...

Otra vez me levanto a la mañana queriéndome dormir. Otra vez salir a la calle y no sentir ni un poco de alegría. Otra vez preguntarme el por qué de estas penas que no me dejan reir. Otra vez desplomarme en el piso sobre mis rodillas, con lágrimas amargas en los ojos y no atreverme a morir.
Quiero descansar de mi vida que es un infierno...
Todo me daña, me duele. Vivo arrinconada por mi dolor. Inteligente y distinguida, pero triste. Hay una llama en mi mente que me devora. Me estoy yendo con tu imagen. Esto callada e inerte. Suena la melodía de tu nombre, único sonido que tengo capacidad de escuchar en medio de esta sordera mía.
Ya no hay lucha, ya no hay resistencia. Cuento las largas horas de la noche. Soy una rosa marchita, apenas queda mi sombra. Huyo de todo consuelo y no hay esperanza que me mantenga. Me cubre de tristeza esta desesperada calma. La desdicha me acompaña.
Eternidad: ¡abrime tu puerta!
Lo que me duele no es tu ausencia, es esta larga espera...

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