Quizás te preguntes por qué te elegí a vos. O tal vez no.
Cómo me gustaría saber como eras vos en realidad.
Te recuerdo fuerte, valiente, decidido. Pero, ¿y si no eras así? No pienses que me sentiría defraudada, es sólo que tengo la pena de no saber cómo eras en realidad.
A veces no recuerdo ni cómo era tu cara, pero sí recuerdo tus gestos.
Tus manos, casi puedo sentirlas. Pero sólo casi. Y también tus ojos, porque los veo cada vez que me cruzo con un espejo.
Yo no soy nada decidida, dudo hasta de si respiro. Para según qué cosas no hay quien me pare. Otras, en cambio, las dejo pasar. O más bien, paso. Perdoname si a veces mi lenguaje no es el más adecuado. Consecuencias de vivir con tanta tristeza por tu ausencia.
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