martes, 9 de junio de 2009

Adiós... Amor...


Holocausto de muerte, sencillez en su desvanecimiento. El amor que un día se hacía vivo, hoy ha muerto de pronto y sin aviso, por una estacada de un racimo. Tu mano haciendo un abismo, y la desdicha se ha realizado. Aquello hermoso y sincero, ha muerto por cosa del destino. Mis lágrimas y las tuyas se juntaron en un momento fúnebre, como ironía del destino. Vivir contigo, y saber de este abismo asesino, es profecía de muerte más allá e incomprendida, más que los esqueletos del Pantaleón y sus amigos. Caminarúe fuera de su vida, no porque quiera, tampoco porque me aterrorice, o porque me duela; sino porque usted es el que me quiere fuera.

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