miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lo guardado


Una suave luz entraba por la ventana, después de unas eternas horas de dormir. Se sentía una brisa cálida... suave. Aun dormías, descansabas...
El sol iluminaba tu cara, estabas tranquilo, era tiempo de descansar y dormías sin intenciones de despertar, tal vez soñabas o tan solo disfrutabas el momento.
Era como si de verdad pudiera estar al lado tuyo, era una hermosa mañana y vos dormías tranquilamente.
Se podía ver un hermoso paisaje desde tu ventana, agradable, relajante. Yo sin saber cómo había llegado hasta tu cama, te observaba de lejos, tenía unas ganas inmensas de abrazarte, pero no quería despertarte. Te acomodabas, pronunciabas una que otra palabra y volvías a tu sueño.
Las horas pasaban, no sabía que hacer. Estaba ahí junto a vos... a unos centímetros de distancia. Tal vez podría tomar tu mano, tal vez podría susurrarte al oído o tan solo te podría mirar mientras descansabas.
El sol brillaba aun más, al mirar por la ventana, un suave viento se podía sentir, bailaban y bailaban las hojas… era un hermoso día… sí que lo era. Y lo era porque estaba al lado tuyo.
Me senté en la cama, dormías plácidamente. Te dí un suave beso en tu frente, quería que supieras que estaba ahí, que te despertaras y que a lo mejor me vieras.
Te extrañaba, tus palabras... tus caricias… a vos. Aun dormido, yo te miraba atentamente, no habías cambiado mucho, aun tan bello... aun una hermosa flor.
Sentí la necesidad de decirte algo, mucho tiempo había pasado, pero me fui a trabajar. Como sé que no me escucharías, dejé que las palabras nacieran y las guardé adentro mío.

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